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Jesucristo ha venido, ¿por qué aún hay gente que no está inspirada?

Habéis dicho que el Señor Jesús ya ha venido, pero no lo creemos. Hemos tenido fe en el Señor durante muchos años y siempre nos hemos esforzado incansablemente por Él. Cuando el Señor venga debería revelárnoslo a nosotros en primer lugar. Como Él no nos lo ha revelado, eso muestra que no ha regresado. ¿Qué hay de equivocado en esta creencia?

La respuesta de la palabra de Dios:

La obra de Dios sigue avanzando, y aunque el propósito de la misma no cambia, los medios por los cuales Él la realiza lo hacen continuamente, y de este modo también los que siguen a Dios. […] Todos los hombres desean tener a Dios, pero son incapaces de tolerar algún cambio en Su obra. Los que no aceptan la nueva obra de Dios creen que esta es inmutable, y que siempre permanece estancada. En su creencia, todo lo que se necesita para obtener la salvación eterna de Dios es guardar la ley, y si se arrepienten y confiesan sus pecados, el corazón de Dios estará satisfecho para siempre. Opinan que Dios sólo puede ser el Dios bajo la ley y el que fue clavado en la cruz por el hombre; piensan asimismo, que Dios no debería, no puede, sobrepasar la Biblia. Son precisamente estas opiniones las que los han encadenado firmemente a la antigua ley y los han mantenido coartados por rígidas regulaciones. Además, muchos más creen que cualquiera que sea la nueva obra de Dios, esta debe corroborarse con profecías, y que en cada etapa de la misma, todos los que le siguen con un corazón sincero también deben recibir revelaciones, o de lo contrario esa obra no podría ser de Dios. Ya no es una tarea fácil que el hombre llegue a conocer a Dios. Sumado a su absurdo corazón y a su naturaleza rebelde de prepotencia y engreimiento, le resulta muy difícil aceptar la nueva obra de Dios. No la estudia con detenimiento ni la acepta con humildad, sino que adopta una actitud de desprecio, esperando las revelaciones y la guía de Dios. ¿No es esta la conducta de un hombre que se rebela contra Dios y se opone a Él? ¿Cómo pueden obtener esos hombres la aprobación de Dios?

[…]

[…] El gran libro de profecía de Isaías en el Antiguo Testamento nunca mencionó que un niño llamado Jesús fuera a nacer en la era del Nuevo Testamento, sino simplemente que un niño varón nacería con el nombre de Emanuel. ¿Por qué no especificó el nombre de Jesús? En ninguna parte del Antiguo Testamento aparece este nombre, así que ¿por qué sigues entonces creyendo en Jesús? ¿Seguro que no viste a Jesús con tus propios ojos antes de llegar a creer en Él? ¿O empezaste a creer tras recibir una revelación? ¿Te daría realmente Dios esa gracia? ¿Te concedería esa gran bendición? ¿Sobre qué base crees en Jesús? ¿Por qué no crees entonces que Dios se ha hecho carne en este día? ¿Por qué dices que la ausencia de una revelación para ti de parte de Dios demuestra que Él no se ha hecho carne? ¿Debe decírselo Dios al hombre antes de comenzar Su obra? ¿Debe recibir primero la aprobación del hombre? Isaías sólo proclamó que un niño varón nacería en un pesebre pero nunca profetizó que María daría a luz a Jesús. ¿Por qué crees entonces en Jesús, a quien María dio a luz? ¡Desde luego, lo crees sin ninguna duda ni confusión! […]

Los judíos de la época leían todos el Antiguo Testamento y conocían la profecía de Isaías de que un niño varón nacería en un pesebre. ¿Por qué, entonces, con este conocimiento, siguieron persiguiendo a Jesús? ¿No fue por su naturaleza rebelde y su ignorancia de la obra del Espíritu Santo? En ese momento, los fariseos creían que la obra de Jesús era diferente de lo que sabían del niño varón profetizado; el hombre actual rechaza a Dios porque la obra del Dios encarnado no se conforma a la Biblia. ¿No es la esencia de su rebeldía contra Dios la misma? ¿Puedes ser tal que aceptes sin cuestionarla toda la obra del Espíritu Santo? Si es la obra del Espíritu Santo, entonces es la corriente correcta. Deberías aceptarla sin los más mínimos recelos, en lugar de andarte con remilgos con lo que aceptas. Si adquieres algún conocimiento de Dios y ejerces alguna precaución en Su contra, ¿no es este un acto verdaderamente superfluo? Lo que deberías hacer es aceptar, sin la necesidad de más justificación bíblica, cualquier obra mientras esta sea del Espíritu Santo, porque crees en Dios para seguirlo, no debes investigarlo. No deberías buscar más pruebas para que Yo muestre que soy tu Dios. En su lugar, deberías discernir si soy beneficioso para ti; esa es la clave.

¿Qué clase de creyente eres tú? Esto no tiene nada que ver con ser o no bendecido. Significa que si no crees, no recibirás; sólo si crees recibirás.

¿Únicamente puedes creer algo si Dios te lo muestra personalmente, te permite verlo, y te convence? Como ser humano, ¿qué cualificaciones tenemos para pedirle a Dios que se nos aparezca de manera personal? ¿Qué cualificaciones tenemos para hacer que Dios nos hable personalmente a nosotros, seres humanos corruptos? ¿Y qué cualificaciones tenemos para necesitar que Dios nos explique todo con claridad antes de que creamos? Ninguna. Por tanto, si eres racional, creerás después de ver estas palabras que Dios dijo. Si de verdad tienes fe, no importa lo que Dios haga o diga. En su lugar, tu corazón creerá al cien por cien que Dios lo dijo o lo hizo, al ver que estas palabras son la verdad, y ya estarás indudablemente preparado para seguir a Dios hasta el final.

Ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, las palabras de Dios, las declaraciones de Dios, porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Mientras buscabais las huellas de Dios, ignorasteis las palabras que dicen que “Dios es la verdad, el camino y la vida”. Y es que, cuando muchas personas reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave es ese! La aparición de Dios no se puede reconciliar con las nociones del hombre; mucho menos puede Dios aparecer por orden del hombre. Dios hace Sus propias elecciones y tiene Sus propios planes cuando hace Su obra; más aún, Él tiene Sus propios objetivos y Sus propios métodos. No es necesario que Él discuta con el hombre la obra que Él hace, ni que busque el consejo del hombre, ni mucho menos que les notifique de Su obra a cada una de las personas. Este es el carácter de Dios y, además, todos lo deben reconocer. Si queréis presenciar la aparición de Dios, si queréis seguir las huellas de Dios, entonces debéis primero trascender vuestras propias nociones. No debes demandar que Dios haga esto o aquello; mucho menos debes colocarlo dentro de tus propios confines y limitarlo a tus propias nociones. En cambio, debéis preguntar cómo debéis buscar las huellas de Dios, cómo debéis aceptar la aparición de Dios, y cómo os debéis someter a la nueva obra de Dios; eso es lo que el hombre debe hacer. Siendo que el hombre no es la verdad, y que no posee la verdad, el hombre debe buscarla, aceptarla y obedecerla.

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